Diez quejas sobre Steam


Veamos, he dicho diez quejas, ¿cierto? Tal vez me he quedado corto, pero siempre es mejor poner números y hacer listas en los textos para blogs y revistas sobre tecnología y cosas así. Por lo visto son los que más visitas obtienen, ya sabes, más visibilidad y tal, más fácil para el lector, que ya no tiene que hacerse un esquema mental. Yo mismo me miro siempre las listas de lo que sea, por ejemplo: «los 10 mejores juegos para Mac» (porque tengo Mac), «los 10 hábitos más comunes de los grandes escritores» (porque me gusta escribir) o «los 10 trucos infalibles para defraudar a Hacienda».

Bien, dicho esto, vamos al turrón, pero antes una mínima presentación, ya que no soy un habitual del sector. A mí me gustan los juegos de tablero, pero juego más a videojuegos porque a veces es difícil reunir a los amigos alrededor de una mesa, y bueno, porque no te tienes que leer las instrucciones.

Mi favorito actualmente es el XCOM, título que probablemente supere al original de los 90, o como mínimo lo iguala en intensidad, lo cual es mucho decir. También juego al Civilization, y en definitiva y para resumir: que me gustan los juegos de estrategia. Port Royal, Patrician, Imperium Civitas, Europa Universalis, Age of Empires y lo que te rondaré morena. ¡Ojo, también he jugado al GTA! pero qué queréis que os diga, es técnicamente perfecto, aunque hay más libre albedrío en cualquier aventura de Infocom. Espero que sepáis a lo que me refiero: «go to north«, «open the box«, «open the box with the key«, «open the box with the red key«…

Habría que escribir un artículo sobre el libre albedrío en los videojuegos y qué hay de cierto en ello, con un punto de vista imparcial, ahí va un posible título a dicho artículo: “Los sandbox, ¿la mayor estafa de nuestro tiempo?” Yo creo que es acertado porque al preguntar al lector ya le está implicando, aunque otro título más adecuado sería: “Los 10 mayores fraudes en los sandbox”.

Se acabó el recreo. Hora de empezar con el decálogo, que la introducción se me ha hecho muy larga, ni he hablado del Spectrum, la máquina fantástica con la que jugué a mis primeros juegos allá por los 80, ni del Steam de la época: la tienda de electrodomésticos de la plaza… ¡cómo ha cambiado la cosa! Pero he aquí que tenemos al Steam de nuestro tiempo, esa formidable caja de juegos que nos permite disfrutar de todos los títulos del momento a precios económicos, pero ¿es esa toda la verdad? Veamos.

1. Crees que compras, pero no es verdad. ¿Dónde está tu colección de triples A? No la veo en la estantería… ¡ah, que soy un antiguo! Que ahora lo que nos pone es la red, la nube y todo eso, perfecto. Vamos a dar por hecho que Steam vivirá por siempre en la red y que, como Gowex, funcionará por siempre pase lo que pase. Así que pasemos a su instalación, tras la compra… ¡ojalá tengas una buena conexión!

2. Actualiza que te actualiza. Después de bajarte el juego, se instalará… y todas sus actualizaciones con él, que pudiera ser que no estuvieras interesado en bajarte una actualización, ni instalarla. Pudiera ser que tuvieras un tiempo limitado para jugar y te tuvieras que esperar a que se descargue la actualización. Esto con el Spectrum no pasaba.

3. No puedes pedir una devolución. «Vaya, el juego no funciona, voy a la tienda a devolverlo». Esto lo podías decir y tenía sentido en la época del Spectrum. Con Steam no es posible. Claro, lógico… ¡no puedes devolver aquello que no tienes! Si tras comprar el juego descubres que no te funciona por una razón técnica, como que no cumplas con los requisitos, no te devuelven el dinero, incluso aunque ellos sepan que no has jugado ni un minuto (¡y lo saben!). Claro, hay quien dice que esto es problema tuyo, por no haberte fijado en los requisitos. Pero lo que digo es que si ni siquiera has jugado un minuto equivale a comprar un juego en tienda y no haberlo desprecintado, ¿tendría lógica que el dependiente no lo quisiera cambiar por otro? ¿Se presupone entonces que el usuario de Steam es un jugador experto? ¿Steam nunca tiene responsabilidad?.

4. Steam te muestra lo que quiere que veas. No lo que tú quieres. Yo tengo un Mac y nunca salen buenas recomendaciones de juegos para Mac. Tengo que saber exactamente el nombre del juego por el que estoy interesado y ponerlo en el buscador. Y luego rezar para que esté en Steam. Tampoco creo que esto haga mucha gracia a los desarrolladores independientes.

5. Comprar un juego y que te pida una cuenta de Steam como requisito de instalación. La tontería llevada al extremo –a la cual se suman gustosas las compañías; Steam no obliga a tener la cuenta, sino que son las casas de software las que prefieren que te valides en Steam como un método más eficiente de actualizar el juego, ¡aunque no quieras!– ¿para qué comprar entonces una copia física? Esto con el Spectrum no pasaba, y si hubiera pasado, hoy ninguna ROM de Spectrum funcionaría, a no ser que hubiera almas caritativas que crackearan ese requisito, que es lo que pasará con los juegos para Steam en el futuro.

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6. Steam sabe lo que hago, como todo el mundo. Por ejemplo, cuando mi colega Kabutor se ha tirado cinco horazas dándole al, qué se yo, Kerbal Space Program, pues yo lo sé todo, incluso si ha logrado llegar a Júpiter, y me lo dice clarito, cuándo y cuánto, y si todavía está conectado y, si lo estuvo, cuándo decidió apagar e ir a tomarse un tinto de verano, que es casi lo que le falta a Steam (y que lo suple Twitter, una dupla invencible para negarnos voluntariamente la privacidad).

7. No puedes revender el juego, ni prestarlo. En caso de que no te funcione (ver la queja 3), o no te guste o ya te lo hayas pasado, no puedes hacer nada más con el juego que verlo ahí en la biblioteca de Steam, riéndose en tu cara. ¿Acaso no es tuyo? Pues no, no es tuyo, lo único que tienes es el privilegio de acceder a él, solo tienes su uso, pero no su dominio.

8. Se desentienden del juego. Es decir, que si te pilla un bug y te jode el juego ¡ahí te quedas! Esto sucede bastante con los juegos Early Access, ahora que por ejemplo han añadido un texto que reza tal que “puede que te compres este juego y que nunca llegue a ser terminado”, y tampoco puedes reclamar. ¿Habéis jugado al Towns?

9. Steam es falible. Te puedes quedar sin jugar a algún título debido a un fallo de Steam, de la red o de vete a saber tú. Una vez que han hecho la venta, y siendo tan difícil devolver un juego, Steam no tiene un buen soporte técnico para resolver dudas. Yo creo que esto no es un fallo, sino una característica, incluso tal vez se podría considerar un juego en sí mismo, que te viene gratis con la aplicación: ¿cómo lograr contactar con el servicio técnico? Y tendría sus propios logros, como por ejemplo: “atendido en menos de tres días”, “te entendieron bien” o “si no te va, cómprate otro juego”.

10. Y la última pero no por ello menos importante, Steam es un monopolio operado por Valve. Demasiados juegos precisan de Steam para funcionar, aun comprándolos en formato físico. Las alternativas no le llegan ni a la punta del byte: GoG, Games for Windows… Que no digo que no haya, ahí está Origins, Uplay… pero es que Steam es una compañía privada que no tiene accionistas a los que presentar cuentas a final de año. Vale… no es exactamente un monopolio, he citado varias opciones, pero sí es la que tiene una posición dominante, muy clara, y depende del humor de una única persona: Gabe Newell. Si un día se levanta cabreado y decide cerrar Steam (cosa poco probable) puede hacerlo; y si decide vender la plataforma con todos nuestros juegos y nuestros datos (cosa no tan poco probable) también puede hacerlo. Y Mike Harrington no podría impedirlo.

En fin, vivimos tiempos nuevos en los que disponer de copias físicas es un lujo, y por eso nos tenemos que comprar derechos de acceso. ¿De verdad queremos comprar todos nuestros juegos a través de una única plataforma? ¿Compraríamos todos nuestros libros a través de Amazon? ¿Qué pasaría si en la librería no nos vendieran un libro sin una cuenta de Amazon? Esos derechos de acceso, a nuestros juegos en este caso, se cobran a precios relativamente económicos, en lo monetario, ya que en lo privado (nuestros sacrosantos datos personales) se cobran muy caros. No nos importa perder un poco de privacidad si con ello obtenemos un beneficio mayor. ¡Queremos juegos baratos, no nos importa cómo! Ese es el mensaje recibido. Es similar el cambio de paradigma en la libertad. No nos importa perder una pizca de libertad a cambio de un poco más de seguridad. De esto Benjamin Franklin tendría algo que explicarnos.

Esto con el Spectrum no pasaba.