El último y primer Autores en Pixel Art trató sobre la vida y obra de Ben Chandler. Este autor, de origen australiano, se caracterizaba por el desarrollo de aventuras gráficas clásicas, entendiendo clásicas por aquellas fabricadas en una baja resolución, con fondos y animaciones en dos dimensiones, interfaz point and click y la utilización de pixel art. Hoy, de todos estos elementos vamos a escoger únicamente uno: el pixel art. El protagonista de este capítulo no hace videojuegos (que nosotros sepamos), sino que se dedica únicamente a desarrollar pequeñas escenas sin mayor pretensión. Responde al nick de 1041uuu y su nombre es Toyoi Yuuta. De origen japonés, este artista desarrolla todo su talento en pequeñas escenas cotidianas japonesas que no ocupan más de un mega de tamaño.
Para este segundo capítulo escojo a Yuuta por tres razones. La primera, la evidente calidad de sus creaciones: en formato GIF, Yuuta crea pequeñas escenas vivas recurriendo a una técnica visual que nace directamente de los videojuegos. La segunda razón es por su exclusividad artística: no realiza videojuegos, pero tampoco presta su arte a ningún desarrollo, simplemente se dedica a pintar escenas, como cualquier otro artista pictórico, solo que en lugar de utilizar pinceles utiliza pequeños píxeles. Por último, la tercera razón está ligada a la anterior, Yuuta ha conseguido alcanzar una posición realmente destacada con esa unión entre la estampa tradicional japonesa y las nuevas tecnologías. Podríamos resumir el estilo de Yuuta como la evolución del tradicional arte costumbrista japonés.
Yuuta es un profesional de la animación japonesa especializado en la categoría de vídeos y un aspecto importante es su propia residencia, Tokyo. Estos dos hechos son especialmente vitales ya que condicionan toda su obra. Su trabajo como animador audiovisual lo aleja de las obligaciones técnicas en el desarrollo de videojuegos, de los que extrae únicamente lo que le interesa: el pixel art en formato audiovisual, imágenes en movimiento sin ningún tipo de interacción por el consumidor. Su vida en la capital nipona le permite desarrollar y mostrar la duplicidad de carácter que identifica al Japón moderno: entre la tecnología y la tradición. En sus ilustraciones podemos observar, por un lado, escenarios tradicionales realmente corrientes, como una mujer regando sus plantas o un hombre sentado en la barra de un bar, para pasar después a otros totalmente vanguardistas que se valen de la estética manga, como una chica sentada en la cima de una torre de altavoces con vida. Poco más sabemos de Yuuta, siempre reacio a la exposición social y a las entrevistas.
Sin embargo, lo que sí conocemos es su obra y nos basta con breves paseos por sus cuentas en Tumblr, Instagram y un Google+ bastante abandonado. Al menos la obra pública, la que conocemos nosotros, se puede describir en dos palabras: sencillez y cotidianeidad. Pueden parecer dos palabras sinónimas, pero en esencia difieren por completo. Con la sencillez nos referimos a su estilo de líneas discretas donde predomina el sentido ortogonal de la composición: personajes alejados del canon japonés y vecinos de la tradición occidental con reminiscencias orientales. Su obra se reviste de colores pastel y movimientos suaves y orgánicos, donde el formato GIF los condena a un movimiento perpetuo perfectamente enlazado. El espectador nunca puede discernir donde comienza y termina la acción. La cotidianeidad aparece en sus temas, los cuadros de Yuuta son miradas del día a día: un hombre fumando mientras mira el horizonte, una chica esperando la llegada del tren, un atardecer y un amanecer, una joven y su perro… Todas ellas no son las postales a las que nos tienen habituados los creadores pixel art, en los que predominan temáticas grandilocuentes de fantasía o ciencia ficción. En Yuuta todo es cercano, todo es común y esto es lo que lo hace especial.
La comparación más acostumbrada la encontramos en Edward Hooper. El artista estadounidense ha pasado a la Historia por desarrollar un estilo único e individual nacido en la convergencia de diferentes influencias, aunque su obra guarda una coherencia íntima con el costumbrismo. Como le sucede a Yuuta, todas sus escenas son pequeñas píldoras de la vida cotidiana en los Estados Unidos de la primera mitad del siglo XX. De hecho, una de sus obras más famosas, Nighthawk, donde unos hombres beben en una cafetería mientras la noche los envuelve, es homenajeada por Yuuta, ¿se acuerdan?, aquella en la que un hombre reposa en la barra de un bar de fideos a altas horas de la madrugada. Hooper no es la única influencia occidental del artista japonés, encontramos otros como, por ejemplo, Monet, obvia por la elección de colores pastel, las composiciones simples, las temáticas y la influencia de la luz, donde hay un fuerte contraste entre sombras y luces.
Dejando las corrientes artísticas puramente pictóricas a un lado y pasando a otras influencias occidentales más evidentes, Yuuta se inspira en los videojuegos de principios de los 90 y especialmente los nacidos bajo la hegemonía de los 8-bits. En el bando occidental podemos fijarnos en una influencia crucial, el pixel art desarrollado por compañías como LucasArts o Sierra donde, por el uso de los azules, destaca el Monkey Island (LucasArts, 1990) original y, sobre todo, Indiana Jones & The Fate of Atlantis (LucasArts, 1992).
Por su parte, en el bando oriental recoge tres influencias: las pictóricas, las cinematográficas y las videolúdicas. La primera de ellas, la más compleja, hunde sus raíces en el período Meijo de la Historia de Japón, en el que el país rompe con su política de aislamiento internacional y se abre al resto del mundo en un fortísimo movimiento de occidentalización. En esta época, Japón enviaba artistas, científicos y estudiantes a Europa para que aprendieran de la tecnología europea y luego la aplicasen de vuelta, pero también los mandaban para empaparse de las nuevas corrientes artísticas que estaban naciendo a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Estos artistas, ya en Japón, desarrollaron un nuevo tipo de arte donde se fusionaba la tradición japonesa con la innovación europea. Esta adaptación de las corrientes artísticas europeas suscitó en Japón un movimiento de rechazo y apoyo a la tradición, que sirvió de contrapeso para la balanza. El resultado fue un tipo de arte a medio camino entre lo japonés y lo europeo. No obstante, para explicar la obra de Yuuta son importantes dos aspectos: primero, la introducción de nuevas técnicas pictóricas como el impresionismo o el puntillismo, bisabuelos del pixel art, y, después, la introducción de nuevas escenas de la vida cotidiana de los habitantes de los pueblos y las ciudades alejados de las élites sociales.
La siguiente influencia de peso para Yuuta es la explosión artística que surgió tras la Segunda Guerra Mundial. Japón se vio obligado por EE. UU. a abrirse de manera definitiva al resto del mundo. Todos los movimientos artísticos de la segunda mitad del siglo XX se insertaron con fuerza en Japón, entre ellos, uno llamado a cambiar la esencia artística desde su raíz: el pop art. En Japón, el pop art tuvo su propia esencia y se basó, casi por completo, en el anime y la tradición japonesa, convergiendo en un estilo único que podemos admirar, por ejemplo, en las obras del estudio Ghibli, donde el anime, en muchas ocasiones, se enmarca en la tradicional estampa japonesa en películas como Mi vecino Totoro (Hayao Miyazaki, 1988).
Con el estudio Ghibli llegamos a otro gran referente de Yuuta. En todas las imágenes y escenas del nipón se respira el aire del señor Hayao Miyazaki y compañía. En la filmografía de Miyazaki se tratan temas sencillos donde los protagonistas, en una gran mayoría, son niños o jóvenes. En todas las películas la hegemonía del color recae en los tonos pastel y, si apartamos los elementos fantásticos, los temas son cotidianos y costumbristas. De la misma manera, las composiciones son simples, bellas y se apartan del barroquismo de otras obras anime. La comparación y el paralelismo son más que evidentes.
Y es que el manga, en su visión más generalista, es un pilar fundamental para todo el trabajo de Yuuta, como también lo son los videojuegos japoneses. En las primeras obras subidas a Tumblr podemos observar que la influencia videolúdica es más fuerte, y algo menos en las obras más recientes. En sus primeros dibujos los ojos de los protagonistas son exageradamente grandes y el color no se utiliza de manera realista, sino que se añade intencionadamente para resaltar algún elemento de la estructura. Además, en general, las fotografías tienen una temática fantástica y aparecen también todas las características clásicas de vestuario anime como, por ejemplo, los recurrentes trajes de colegiala.
La obra de Yuuta es el máximo exponente de un movimiento cada vez más fuerte, el pixelismo como estilo pictórico fuera del videojuego. Dentro de España tenemos la obra de Octavi Navarro (Pixel Huh), tremendamente recomendable y que no tardará en aparecer por estas páginas. Ambas forman parte de una corriente muy interesante, una estilo artístico enraizado en los videojuegos, pero que escapa de su interacción. La obra de Yuuta, en definitiva, se inserta dentro de la convergencia entre las influencias occidentales y orientales para dar lugar a una obra original y excepcional que lo sitúa en la cima de los autores pixel art.
Ilustración exclusiva de la portada: Javier Vivar