Imagino que la mayoría de ustedes sabrán que, desde hace un par de años, cuando el navegador Google Chrome detecta que no disponemos de conexión a la red aparece en pantalla un simpático T-Rex que nos lo advierte. Acto seguido, y siempre que pulsemos espacio (o toquemos la pantalla del móvil), se carga un endless runner protagonizado por el dinosaurio cabezón. Este videojuego sin nombre, que no espera ser más que un guiño (sin internet volvemos a la edad de piedra), cumple sin embargo su función: nos entretiene en caso de no poder utilizar una de las herramientas esenciales de nuestros días. No es el título que les propongo para hoy, al revés, lo único que necesitarán para catar Lasertown (Olli Etuaho,Valttheri Heinonen,Anastasia Diatlova, 2016) será eso, alejarse del dinosaurio.
Enmarcado dentro del género puzle, Lasertown nos propone algo tan sencillo como conducir un láser desde un punto A a un punto B. El escenario es un tablero tridimensional suspendido en el cielo, con todos los elementos dispuestos para que los manipulemos a nuestro antojo. Un diseño que, por cierto, se asemeja a los recientes spin-off lanzados bajo la coletilla “GO” de sagas como Hitman (IO Entertainment,2002-2016) o Deux Ex (Eidos Interactive,2002-2016). En Lasertown podemos girar el tablero con el ratón para visualizar todos los pilares con espejo que nos hagan falta para desviar el láser hasta la meta.
Poco se sabe de Olli Etuaho, Valtteri Heinonen y Anastasia Diatlova, los tres desarrolladores finlandeses que crearon Lasertown para la reciente Ludum Dare 35, salvo su pasión por el diseño, los videojuegos y la ciencia. El título sorprende por su gran acabado tridimensional, muy depurado para este tipo de proyectos, y donde predominan los tonos oscuros: con el negro del tablero que resaltan el tono rojizo del láser y los pilares de ladrillo. Lasertown esconde una curva de dificultad bastante elevada. El que os escribe, por ejemplo, no ha sido capaz de acabar todos los rompecabezas, de hecho hasta desconozco la cantidad de niveles programados. Los primeros son casi una bienvenida en forma de tutorial, pero, a partir del tercero, conseguir que el láser alcance la meta será más que un quebradero de cabeza. Las diferentes alturas a las que podemos colocar los pilares, las distintas rutas que aumentan exponencialmente y el hecho de no contar con un botón de reinicio hará que más de uno se quite de la cabeza el modus operandi del ensayo y error.
Este hacer y deshacer es casi inevitable en Lasertown, que nos pide que proyectemos una solución a largo plazo, evitando los movimientos apresurados que más tarde nos puedan obligar a desenredar el entuerto. Solo al final, cuando el láser conecta con casilla de meta, es cuando aparece esa sensación de satisfacción y de Eureka de los juegos de puzles.
Por otro lado, y si el desafío os derrota, pensad que siempre os quedará aquel simpático dinosaurio que ni tan siquiera os pide una conexión para pasarlo bien, atrapado sin queja en vuestro navegador.
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OBSERVACIONES:
– El juego no nos deja guardar la partida, así que aconsejamos manteneros en stand by para no perder los progresos.
– La música se puede hacer un poco repetitiva en sesiones largas de juego.