¿En cuántas ocasiones han tenido la sensación de estar persiguiendo coleccionables que aportan poco o nada a un juego y solo sirven para dilatar la experiencia en el tiempo? Seguro que unas cuantas veces. No siempre fue así. En otros tiempos, el oro repartido por las plataformas de Pitfall (David Crane,1982) o Super Mario Bros. (Nintendo, 1983) servían para mejorar nuestros récords y conseguir vidas extra. Sin embargo, en la actualidad, lo habitual en los títulos de mundo abierto es repartir objetos por el mapeado sin sentido: una excusa para recorrer la vasta extensión de terreno y sumar horas a nuestro contador. No todo está perdido.
En Looming (Ludus Novus, 2010), el artcade que les propongo hoy, nos movemos libremente por un escenario que, por fortuna, no es excesivamente grande, lo que hace efectiva su peculiar propuesta: la búsqueda de objetos que nos ayuden a entender la historia. El título de Gregory Weir da todo el protagonismo a la exploración, pero cada pieza que encontramos no es un simple coleccionable, sino que suma en la propia narrativa. El diseño “ochobitero” en blanco y negro, el viento, el sonido de nuestros pasos y la música (un zumbido mecánico que nos acompaña casi sin que lo percibamos) ayudan al jugador a centrarse en el reto, pero también acrecienta nuestra soledad. Weir, que lleva a sus espaldas casi una veintena de juegos, siempre se las arregla para conseguir una ambientación sugerente y con tan solo un puñado de píxeles. Estética, por cierto, que recuerda a Nivearum (James Earl Cox III, 2016), también reseñado en esta sección. Su minimalismo se refleja además en los controles: el cursor para movernos y un par de botones para interactuar con el escenario y acceder al menú de las reliquias, 36 en total y divididas en seis grupos.
Looming es devastación, soledad… y deja muchas preguntas por el camino. El misterio es lo que nos empuja a recorrerlo, buscando respuestas en cada elemento repartido por el escenario y atentos a cualquier estructura que pueda servirnos de orientación. Deberemos estar atentos a unos pequeños destellos que marcan el emplazamiento de los vestigios de una civilización extinta; pequeños fragmentos que se camuflan entre la negrura de la superficie, pero que esconden la resolución de numerosos enigmas y van destapando la historia de esta aventura repleta de simbología.
JUÉGALO EN: Ludus Novus
OBSERVACIONES:
– Si te interesa este juego de Gregory Weir, aquí puedes ver toda su «ludografía»
– El idioma de Shakespeare es importante para que nuestro deambular tenga recompensa narrativa.