Nongünz: La guerra y el nihilismo según Edu Verz


Nihilista. Esa es la palabra que me vende Nongünz (Brainwash Gang, 2017). El juego se define a sí mismo como un rogue-lite de plataformas y acción frenética. Pero le añade el adjetivo nihilista. ¿Por qué? ¿Qué significa eso? El eco de esa palabra ya altera toda mi experiencia de juego. Leo sus blancos y sus negros de otra manera, mis muertes y mis logros toman un tinte muy peculiar. Además, si somos de esos que nos leemos las descripciones de los juegos en Steam, encontraremos entre sus features (junto a la típica promesa de gran variedad de armas y enemigos) que el juego ofrece «la posibilidad de alterar tu percepción sobre la existencia, la violencia y la humanidad». Guau. Normalmente un juego se conforma con divertir. ¿Por qué este intenta ir más allá?

La obra de Edu Verz siempre me ha resultado muy inspiradora. Lo conocí por internet hace unos cuantos años, cuando los videojuegos no nos daban de comer a ninguno de los dos. Por aquel entonces, los dos hacíamos juegos pequeñitos de navegador, y a mí no me quedaba claro qué estaba intentando Edu con su trabajo, pero tenía un magnetismo especial. Con los años, su trabajo se fue definiendo cada vez más y ahora tengo claro cuál es el género en el que se mueve este muchacho de Carabanchel: el ensayo.

Sus obras interactivas son ideas que permean en el que las consume, de un modo diferente al que lo puede hacer un texto, pero es ensayo al fin y al cabo, en ocasiones, incluso más potente y peligroso que un libro. En Look at your Feet (2016) te metes en el papel de un trabajador cosiendo zapatillas en una cadena de montaje. En The Painted Lady (2016) experimentas el lento paso del tiempo encarnando una trabajadora sexual. August 25th 2017 (2017) es un juego sobre la muerte y, a la vez, un juego que muere; si visitáis ahora el enlace, solo encontraréis un hospital vacío con mementos de sus pacientes, pero los que jugamos en su día vimos a todos los personajes en sus últimos días. Edu Verz es un creador que habla a través de los verbos más puros del medio, no necesita textos para construir, comunica a través de la experiencia: construye contextos interactivos en los cuales el jugador puede extraer sus propias conclusiones.

En Nongünz solo vas a encontrar tres palabras desde que lo enciendes hasta que lo apagas: «Dulce Bellum Inexpertis», tallado en un monumento de piedra repleto de armas y calaveras. Significa «La guerra es dulce para quienes no la han padecido», a mi interpretación, una gran sentencia en cuanto a la violencia en los videojuegos y a cómo la consumimos en nuestro tiempo y cultura. Y ya está, ni una sola palabra más, ni de tutorial, ni de desarrollo del mundo ni de personajes.

Nongünz es obtuso y oscuro, comprender su sistema y navegarlo es parte del desafío y de la diversión. Mecánicamente estás saltando, pegando tiros y repartiendo hachazos; pero tu mente está todo el rato braceando en la oscuridad, intentando juntar las piezas de este enigma. Y esa palabra como brújula: nihilista. Tu avatar es de hueso y los enemigos de carne. Nihilista. Cada vez que mueres resucitas saliendo a saltos de un nicho. Nihilista. Rescatas a esqueletos que se ponen a rezar en un sótano. Nihilista. Los objetos que recoges son una chapa, un peine, un naipe, un rosario, unos auriculares… Nongünz es como un caleidoscopio que retuerce nuestra vida cotidiana y la vomita sucia y llena de vísceras.

Jamás tendré claro qué hay dentro de Nongünz, pero cuanto más juego, más instrumentos se añaden a la orquesta de su mensaje. Para colmo, cuando quieres dejar de jugar y pulsas el botón de salir, en lugar de cerrarse el juego, el plano ontológico cambia y, de pronto, estás en la habitación de lo que podría ser un gamer cualquiera, representado por una silueta, el cual está jugando a Nongünz. ¿¡Pero qué narices es esto!? ¿Cuándo lo voy a entender? El misterio es infinito y eso hace que la reflexión también lo sea.

Por otra parte, me gustaría hablar de la persona responsable de, al menos, la mitad de todas las emociones que me hacen sentir Nongünz y el resto de juegos que he mencionado: Beatriz Ruiz, más conocida como Beícoli. Su música y su voz tienen tanta humanidad que pueden partirte en dos. Los temas que tratan los juegos de Edu se ven de pronto elevados exponencialmente al maridarlos con un elemento tan embriagadoramente personal. Bea prepara un ambiente que te abre los poros para absorber cualquier narrativa sin defensas. En Nongünz la puedes oír susurrando una melodía, puedes oír las cuerdas de la guitarra: la humanidad que menciono cae sobre todo el juego como una fina lluvia que lo cala todo. Los huesos y la carne que mencionaba antes; la chapa, el peine y el naipe; ganan nuevas texturas a través de la música y no hacen más que reforzar el misterio infinito del juego.

No me he pasado Nongünz. Me parece demasiado difícil y no he tenido el valor o la paciencia de echarle el tiempo necesario para dominarlo y ver qué hay al final. Así que me lo vi en Youtube. No voy a desvelarlo aquí por si este artículo os lleva a alguno a jugarlo e intentar experimentar el enigma nihilista en vuestras propias carnes, pero os puedo decir que al final del túnel hay una pistola.