Tormentor X Punisher: Creatividad en el caos


Jugar a Tormentor X Punisher (E-Studio, 2017) es como escuchar Territorial Pissings (Nirvana, Nevermind, 1991), ambos se definen fácilmente con un mismo adjetivo: caóticos. Dentro de ese caos, los picos de intensidad en la canción y en la partida están estructurados de la misma manera. En la introducción de Tormentor X Punisher, nuestra protagonista para a tomar algún brebaje repugnante en el antro más oscuro de la galaxia (Bar de la Polla) y, tras escuchar ciertos rumores, viaja volando cubierta de fuego al planeta Fuck You para poner fin a los cinco minutos de paz que han logrado mantener (su nuevo récord). Se trata de un preludio al caos que se avecina durante la partida, de la misma forma que la voz de Krist Novoselic (bajista de Nirvana) grita a capella la letra de Get Together (Chet Powers, 1963) antes de que comience a sonar estruendosamente la guitarra.

En Tormentor X Punisher matamos demonios como si no hubiera un mañana y, conforme vamos avanzando en la partida, la pantalla se llena y todo se vuelve menos comprensible, de la misma forma que en Territorial Pissings Kurt Cobain va cantando cada vez con más rabia y es más difícil entenderle al llegar al clímax. En el título de E-Studio hay tantos demonios que es imposible comprender, valga la redundancia, qué demonios está sucediendo en la pantalla. Acabamos muriendo como en la canción de Nirvana, cuando la voz de Cobain se vuelve un alarido ininteligible. Diría que incluso las palabras de Cobain en el estribillo («gotta find a way, a better way») parecen escritas expresamente para recitarse mientras jugamos al título. Desde luego,el tema encajaría en la banda sonora del juego, al menos si conseguimos que nuestra partida dure los dos minutos y 20 segundos que dura la canción (para lo que hay que ser muy bueno); pero en cualquier caso no lo recomendaría, porque el sonido de Tormentor X Punisher merece ser escuchado.

No estamos hablando de un título arcade genérico de, como diría mi abuelo, matar marcianitos, porque, aunque al fin y al cabo la esencia del juego de E-Studio es esa, tiene también identidad propia. Hago hincapié en el sonido porque en ese aspecto se nota mucho: puedes escuchar una partida de Tormentor X Punisher con los ojos cerrados y, aun así, ser consciente de la anarquía que reina en la pantalla. Los disparos, los gritos de los demonios y la música, simple pero efectiva, percute en tu oído en compases inamovibles. Se nota que los mismos responsables de sonido han trabajado en Broforce (Free Lives, 2015), Nuclear Throne (Vlambeer, 2015) y Downwell (Moppin, 2015), juegos en los que todo el peso recae sobre las mecánicas, y en los que el sonido las acompaña como un reloj suizo. Con Broforce, por ejemplo, comparte también las voces características y llenas de energía de los personajes, como la protagonista que grita let’s fucking do this al comenzar cada partida. Pero como decía, lo importante aquí son las mecánicas.

Tormentor X Punisher está diseñado específicamente para volverse imposible eventualmente. Y eventualmente significa muy pronto. Toda la acción se desarrolla en una pequeña habitación cuadrada en la que, cada vez, habrá más demonios, rayos y fuego, hasta que es casi imposible moverse. Lo más probable es que antes de llegar a ese punto, uno de esos demonios, rayos o fuego haya acabado contigo. Mueres de un solo toque, igual que todos tus enemigos, incluidos los jefes, que atacan y se cubren de formas diferentes, pero, en el fondo, son tan débiles como cualquier otro demonio. Ni siquiera puedes pausar el juego, porque la tecla de escape te lleva al menú de inicio y acaba la partida. Si quieres jugar, tienes que hacerlo del tirón, no vale pararse a pensar. Tampoco el momento de recargar el arma te va a dar un respiro, aunque sea poniéndote en una situación de vulnerabilidad: la única forma de recargar la ametralladora es disparar con una escopeta de triple boca que, a su vez, no hace falta recargar nunca. En definitiva, estamos hablando de un título frenético. Un título en el que saber aguantar la presión cuando estás a punto de superar tu récord es casi tan importante como la propia habilidad para jugar.

Y, pese a lo rápido que sucede todo, Tormentor X Punisher va un paso más allá y premia la creatividad. Si no es suficiente presión el tener que matar a cientos de demonios en un minuto sin que te toquen o te disparen, también tienes que tratar de matarlos de formas especiales para que tu arma mejore. No es una alternativa, si no lo haces, tampoco vas a lograr sobrevivir mucho tiempo. Tienes que aprovechar, por ejemplo, que el último disparo de tu ametralladora es de fuego, y que las balas pueden prenderse y rebotar en las paredes.

Aunque no es estrictamente un roguelike, Tormentor X Punisher tiene muchos elementos del género. Especialmente, esa dependencia de la forma de usar las mecánicas por parte del jugador para conseguir que cada partida sea diferente de la anterior, aunque esencialmente hagamos siempre lo mismo. Sin embrago, una pequeña diferencia en la aparición aleatoria de un enemigo cambia por completo tu reacción, y de pronto te encuentras en una situación completamente nueva, en el mismo cuadrado de siempre, con los mismos enemigos de siempre y la misma arma de siempre. Porque es precisamente ese mismo escenario insulso e invariable lo que hace que Tormentor X Punisher tenga que destrozarse los sesos —aún más de lo que lo haría un roguelike puro— para no resultar monótono. Lo consigue no solo sin modificar jamás el escenario, sino que tampoco cambia las armas, los personajes, ni sus habilidades especiales… no cambia nada. Tormentor X Punisher es un título puramente mecánico, porque no ofrece nada más allá de las acciones del jugador y siempre in game, durante la partida. El juego de E-Studio consigue absorber al jugador, divertir en el sentido más propio de la palabra: hace que le tiemble el pulso cada vez que se da cuenta de que nunca había llegado tan lejos y quizá esté cerca de un nuevo récord.

Si Undertale (Toby Fox, 2016) es un juego que alabamos por replantearse algunos objetivos y hacernos reflexionar sobre la violencia en los videojuegos, Tormentor X Punisher es más o menos el extremo contrario: un poco de lo mismo de siempre. En realidad se trata de un título consciente de lo absurdo de la situación que plantea, pero que lo hace sin avergonzarse: si vas a hacer un juego de matar, hazlo violento de verdad, que haya que matar mucho, que las víctimas sean demonios, que la acción no te den un respiro y que sea en el planeta Fuck You. En Tormentor X Punisher, los enemigos son todo lo feos que tienen que ser, y los gritos de la protagonista —una mujer de mediana edad, un cuestión que no deja de ser una anécdota, pero de agradecer— no son heroicos, sino rabiosos. Cuando juntas eso con unas mecánicas brillantes, e incluso innovadoras como el sistema de recargar, te encuentras con una fórmula inevitablemente ganadora: casi como juntar Nuclear Throne con una canción de Nirvana.