“Las máquinas son un símbolo de la capacidad del hombre para ejercer un esfuerzo máximo por conseguir resultados mínimos”. Esta era la idea detrás de las viñetas de Reuben Lucius Goldberg, que mostraban inventos excesivamente complejos para la sencilla función que producían. Humor absurdo, unos dibujos que Goldberg publicaba en varios rotativos neoyorkinos bajo el nombre de “Inventions of Professor Lucifer Gorgonzola Butts”. Pues bien, esta misma complejidad, en contraste con la sencillez de su mecánica de juego, es la que observamos en el preciosista y sorprendente Wonderputt (Damp Gnat, 2011).
Cuando Reedge Millidge –más conocido en el sector como Damp Gnat– recibió buenas críticas sobre su experimental Adverputt, no dudó en evolucionar la fórmula para acercarlo a una audiencia mucho más amplia. Gnat implementó elementos de distintas ciencias para crear un minigolf virtual que va mucho más allá del reto que supone embocar bajo par. El resultado fue muy positivo, Wonderputt se lanzó para navegador en Agosto de 2011 y consiguió en dos semanas alrededor de dos millones de partidas y que más de 600 páginas lo alojasen. El port de Wonderputt a iOS, en 2012, le reportó varios premios y buenas críticas, e incluso Apple lo seleccionó como juego de referencia en iTunes.
Woderputt es un sencillo minigolf donde el reto por conseguir buenos resultados con nuestro swing virtual comparte protagonismo con la belleza y complejidad de sus hoyos. No es casual que el nombre, Wonderputt, haga referencia a esta característica, ya que su diseño recuerda a las máquinas de Goldberg donde el recorrido de la bola interactúa con un entorno de diseño daliliano. El título ofrece un putt 3D en forma de cubo visto desde una perspectiva isométrica, algo que recuerda al preciosista Monument Valley (Ustwo, 2014), y en el que los elementos que forman el escenario apenas guardan relación entre sí.
La mecánica es simple: la distancia entre el cursor del ratón y la bola marca la fuerza con la que golpeamos. Wonderputt huye de las complejidades de otros juegos de golf en los que, para calcular el recorrido de la bola, es necesario primero rotar la cámara y reconocer las irregularidades del terreno. En el título de Gnat siempre tenemos el mismo campo visual: el green que nos toca en cada momento, pero sin perder de vista el resto del escenario que se transforma conforme avanzamos. Un detalle importante esto de mantener todo el circuito a la vista, ya que parte de su encanto es comprobar cómo se generan las imaginativas zonas de juego.
En nuestra breve partida –un cuarto de hora para terminar un circuito de 18 hoyos reglamentarios– nos acompaña una única melodía ambiental con sonidos sintéticos de corte asiático. Sencillez, brevedad y relajación que contrastan con los enrevesados y surrealistas escenarios. Wonderputt puede ser en muchos sentidos una experiencia zen, pero completamente rejugable y adictiva, que guarda nuestras mejores puntuaciones y aporta nuevos objetivos y logros en una segunda partida. Seguro que el creador de aquellos mecanismos absurdos que ganó un Pulitzer por sus tiras cómicas estaría muy orgulloso: su filosofía no solo es excéntrica, también es divertida.
JUÉGALO EN: Dampgnat.com
OBSERVACIONES:
– Fíjate en la parte superior izquierda de la pantalla: ahí puedes elegir los hoyos desbloqueados y ver los logros que te faltan.
– También puedes jugarlo en Kongregate.